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El ocasionalismo es una teoría filosófica sobre la causalidad que afirma que las sustancias creadas no pueden ser causas eficientes de eventos. En cambio, todos los eventos se consideran causados directamente por Dios. (Una teoría relacionada, que ha sido llamada "causalidad ocasional", también niega un vínculo de causalidad eficiente entre eventos mundanos, pero puede diferir en cuanto a la identidad de la verdadera causa que los reemplaza.[1]) La teoría establece que la ilusión de causalidad eficiente entre eventos mundanos surge de que Dios cause un evento tras de otro. Sin embargo, no hay una conexión necesaria entre los dos: no es que el primer evento cause que Dios cause el segundo evento: más bien, Dios primero causa uno y luego causa el otro.
El ocasionalismo suele referirse en particular a una doctrina posterior elaborada inicialmente por los seguidores de Descartes: Louis de la Forge, Géraud de Cordemoy, Johannes Clauberg y, sobre todo, Arnold Geulincx. Fue desarrollada con posterioridad por Malebranche (1638-1715), y afirma en lo esencial que el alma y el cuerpo no actúan directamente una sobre el otro, y viceversa, siendo como son sustancias totalmente heterogéneas, sino que es Dios quien produce en el alma una sensación cuando el cuerpo la experimenta, y quien da al cuerpo un movimiento cuando el alma así lo desea. Dios es la única causa de lo que procede y sus criaturas finitas son simplemente la ocasión o el detonante simbólico de la actividad causal de Dios.
Este pensamiento ya se ve en el pensador islámico Algazel y fue influyente en filósofos como George Berkeley y David Hume.[2]
La acción recíproca del alma y el cuerpo no es sino aparente, ya que lo que realmente ocurre es que lo que nos parece ser una acción del alma sobre el cuerpo no es más que una "ocasión" de la acción divina.